El primero es el alumno. Preguntémonos: ¿Está bien alimentado? ¿Tiene alta autoestima? ¿Posee ganas de estudiar o sabe a lo que conlleva el esfuerzo y el estudio? Los entendidos sobre el tema educativo ya han manifestado que sin una buena alimentación un estudiante no tendrá sus sentidos activos para efectuar el proceso de aprendizaje. Respecto a lo segundo, no es vedado que, en los últimos años, los alumnos están propensos a tener la autoestima baja debido a los múltiples casos de bullying ocasionados por sus compañeros o por execrables profesores. Conforme al tercer aspecto, muchos escolares no tienen ánimos de estudiar porque no ven que existan beneficios al culminar la secundaria. Esto debe ser tratado por el Estado para que promueva —y se publicite— un ambiente de oportunidades para aquellos adolescentes que se esfuerzan en culminar exitosamente sus estudios.

El segundo punto es el docente.
Tengamos en mente estas preguntas: ¿Está capacitado? ¿Recibe un sueldo digno?
¿Es feliz con lo que realiza? Un docente debe ser un profesional íntegro, en
otros términos, un ente graduado —tras aprender un conjunto de conocimientos
que luego serán otorgados a sus aprendices—, y un ser cultivado en valores, los
cuales, al ser demostrados a sus estudiantes, formarán cimientos en cada uno de
ellos. Respecto al sueldo, tengamos en cuenta una premisa: todo profesional
debe ser bien remunerado por su labor eficaz. Urge que suceda lo mismo con el
docente. Si ocurriera ello, el profesor, probablemente, no tendría dos trabajos
—a modo de “cachuelo”— y se centraría de forma exclusiva en lograr el
aprendizaje de sus educandos. Si ocurriera esto, conllevaría al tercer aspecto
mencionado al inicio de este párrafo, es decir, el maestro se sentiría feliz.
Sabría que su labor es reconocida y su autoestima así como su autoconcepto se incrementarían
y solidificarían. Asimismo, esto acarrearía en otro detalle: generaría respeto
por parte del alumno y la sociedad, así también confianza en el estudiante para
que pueda preguntar y ser guiado afectuosamente por un profesional.
El tercer punto es un conjunto: la infraestructura y los medios. ¿Existen instituciones educativas apropiadas para estudiar, con inmuebles en buen estado y áreas acondicionadas para cada curso? ¿Hay materiales de enseñanza actualizados: libros, laptops, internet? Desde hace muchos años, las escuelas nacionales son utilizadas en dos turnos. Esto genera que haya menos horas de estudio: asunto que resulta perjudicial para el incremento de conocimientos y valores en los alumnos. Es necesario construir más instituciones educativas en el país donde cada aula solo sea ocupada por quince o veinte escolares para que se produzca una enseñanza personalizada. Respecto a la segunda pregunta, es de negligentes pensar que la educación se producirá por amor o por arte de magia. Es vital poseer los medios a la mano para que los docentes tengan facilidades al momento de ejercer su labor y, por su puesto, los alumnos merecen las herramientas pertinentes —y actualizadas, a la par con lo que se utiliza en el mundo— para desarrollar su proceso de aprendizaje.

Como último punto, tenemos a los padres, la comunidad y el Estado. ¿Los padres tienen un trabajo estable? ¿Estos generan una familia nuclear o disfuncional? ¿La comunidad propicia un ambiente armónico en donde el alumno se sienta tranquilo para estudiar, es decir, sin pandillas, sin malhechores y en el cual se tenga en cuenta que la educación es vital? ¿Es suficiente lo que invierte el Estado? Los padres, al mantener un empleo estable y digno, no causarán preocupación en sus hijos y no se forjará el trabajo infantil. Si la familia es nuclear o disfuncional, bien, eso es un tema aparte y digno de reflexionar, pero lo que deseo resaltar es que es importante concebir un ambiente de paz dentro de cada hogar para que el alumno no sobrelleve la carga de los posibles problemas familiares e impida que estudie de manera óptima. Respecto a la tercera pregunta, son las autoridades distritales y nacionales las encargadas de que la comunidad se convierta en un lugar seguro. Ellas deben combatir contra la delincuencia para otorgar tranquilidad a los agentes de la enseñanza-aprendizaje, en especial, a los educandos. Asimismo, la población debe instaurar, como premisa intelectual, que la educación es trascendental e insustituible. Así pues, debe ser consciente que, por ejemplo, al ver a un alumno faltando a clases, tiene que denunciar ello ante las autoridades para que estas avisen a los padres o apoderados y realicen acciones pertinentes que modifiquen aquellas conductas negativas. En conclusión, es importante aprehender la siguiente consigna: todos los ciudadanos debemos involucrarnos para que la enseñanza se realice. Conforme a la última pregunta, el Estado otorga un bajo porcentaje al sector educación. ¿Cómo se quiere mejorar si no se invierte lo suficiente en lo que es la base de toda civilización? Hay que ver a la educación como una empresa: si no hay capital suficiente y buenos agentes pues esta se derrumbará. Se tiene como conocimiento que muchos países —China, Japón, Finlandia, entre otros— invirtieron en este sector en sus momentos más difíciles y hoy son naciones fructíferas. Entonces, sigamos el mismo ejemplo.
En síntesis, y retomando la analogía, si se coge un lado de la mesa, por ejemplo, desde el punto del alumno, esta no podrá ser trasladada con facilidad y se arrastrará los otros lados. Si se eleva por dos partes, digamos, el alumno y el maestro, la mesa podrá ser movida, pero aún se sentirá un gran peso. Sin embargo, si se la lleva por los cuatro lados —desde el punto del alumno, del profesor, de la infraestructura y los medios, y de la comunidad, los padres y el Estado—la mesa será menos difícil de transportar hacia un puesto mejor.
Para finalizar, solamente he reunido algunos puntos —de los muchos que seguramente me faltan mencionar— que son los factores más importantes de la gran problemática educativa. Mi intención ha sido bosquejar un esquema para que todos los ciudadanos —en especial los que no están imbuidos de forma explícita en este tema— sepan de esta dura realidad. Así pues, espero que el texto genere conciencia y nuevas ideas para afrontar exitosamente las dificultades expuestas con el fin de conseguir una mejor educación en nuestro país.


Estimado José: Buena tu forma de ver el contexto. Lo que le falta a la educación peruana es más poesía y así solucionaríamos el problema. Así todos los chibolos serían como los de la película "La sociedad de los poetas muertos". Saludos ^_^
ResponderEliminarHola, Antonio. Bueno, en realidad faltaría más literatura, en general. =D Pero si vemos con un mayor panorama, faltaría que un docente esté preparado para enseñar una literatura que sea cautivante en los primeros años de los chicos. Con esto, más o menos, estoy juntando tu idea para que un salón de clases sea como la de "... los poetas muertos". xd
ResponderEliminarEl problema de la educación abarca puntos macros y micros. Hay que colaborar mucho para cambiar la terrible realidad en la que se vive. Saludos y gracias por darte el tiempo para leer. Un abrazo. =D