jueves, 6 de septiembre de 2012

Experiencia con el bullying


En la década de los noventa, cuando me encontraba en secundaria, era “normal” ver que un adolescente golpeara, molestara, reprimiera u ofusque a otro. La mayoría de estudiantes aplaudía cuando la “chacota” era realizada en contra de un alumno indefenso. Solamente, un reducido grupo impedía el ataque o se limitaba, al final, a consolar al agraviado. Esto era bullying. Sin embargo, nadie hablaba de ese extranjerismo en aquellas épocas.

Caso contrario es lo que ocurre en la actualidad. Todos los implicados en un proceso educativo (Estado, padres, profesores y alumnos) tenemos instaurado en nuestra mente lo grave que es esta problemática.

¿Por qué se genera el bullying? Especialistas indican que el entorno familiar puede ser el primer causante: cuando un niño ve una acción violenta en casa, guarda aquella imagen y la expulsa en otro ámbito. Es apropiado tener en cuenta que los niños que ejercen violencia en el colegio son, generalmente, víctimas de abuso en un contexto distinto.

El bullying también se genera en el mismo entorno escolar: en reiteradas ocasiones, los estudiantes agreden a los que se comportan de manera sosegada (esto debido a la personalidad de estos últimos o a una represión creada en casa). La falta de vigilancia y respeto en las instituciones educativas son factores que facilitan la violencia entre alumnos.

Los medios de comunicación, en especial la televisión, también son agentes que promueven el bullying: las constantes imágenes de violencia son absorbidas por los niños. Posteriormente, la mayoría de ellos cree que estas acciones observadas son normales y las ejercen en otros ámbitos.

Recuerdo que cuando me encontraba en mi colegio, no había o no llegaba a mis manos una información semejante. Uno tenía que defenderse como podía o sufrir los embates. Las consecuencias fueron diversas y lamentables: baja autoestima, actitudes pasivas, trastornos emocionales, depresión, ansiedad, pensamientos suicidas, pérdida de interés por la escuela, entre otras.  

Tal vez si hubiese habido mayor información en aquellos años muchos de los de mi generación tendrían una mejor formación psicológica y profesional. Pero esto es suponer. Lo que sé es que hoy puedo colaborar, con todas las herramientas posibles, para contrarrestar este mal que afecta mi país.

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