Desde que estudié Educación en la especialidad de Lengua, Literatura y Comunicación, mis amigos comenzaron a mirarme como un extraterrestre. Me percataba que mis textos empezaban a tener calidad y ellos me lo hacían notar diciendo “tienes buena ortografía” o simplemente “escribes bonito” (¡vaya juicio!). Nunca acepté que escribía bien, simplemente lo hacía (y lo sigo haciendo) porque me agradaba, pero ellos me veían como el adalid de los textos correctos. A mi parecer, tenían esa concepción porque cuando veía sus escritos, siempre me advertían “perdón por la ortografía”, como si yo fuera el padre de ella o incluso su marido. En todo momento les decía que no estaba corrigiendo a mis alumnos, “solamente estoy leyendo la carta que me has escrito”. Aprendí desde entonces a nunca criticar los textos de nadie (en lo que ortografía y estilo se refiere), ya que, todos somos humanos y herramos, perdón “erramos” en algún momento. Sin embargo, actualmente, no puedo evitar agrandar los ojos en un diámetro de antena parabólica al ver ciertos manifiestos que son verdaderamente un calambre a la retina y un cuchillazo a la concepción textual. ¡Oh, San Saussure! Es que existen personas inmisericordes que tratan a las palabras como a un empleado que quiso trabajar en sus mentes, pero que fue expulsado “por no serles útil”. ¡Oh, las pobres son trastocadas, mutiladas, despedidas sin considerar sus identidades! Cada grafema es alterado convirtiéndolas en androides que salen a batallar llevando un mensaje que difícilmente es connotado. ¡Oh, San Nebrija! ¡Oh, San Andrés Bello! Y si eso es en los textos escritos, ¡imaginemos en las redes sociales! ¡Tápate los ojos, Noam Chomsky (bueno, no creo que entiendas demasiado)! Sé que muchos no disponen de tiempo para estar en internet y que los mensajes que se envían por las redes son espontáneos y cortos, pero a ti, estimado usuario, te digo: ¡¿No puedes revisar tu texto antes de poner “enviar”?! ¡Qué te cuesta unos segunditos para corregir tus cinco palabritas y no generar en el receptor un cataclismo sináptico para entender tu bendito mensaje! ¡Acaso te duele el dedo cada vez que tipeas y por eso escribes como arrebatado! ¡Oh, Señor de las palabras benditas, pareciera que al redactar en la computadora, esas gentes clavan cuchilladas con sus dedos al pobre teclado, que hidalgamente soporta los flagelos y azotes de estos asesinos de los vocablos! ¡Oh, pobres textos, que al ser creados por estos “seres atextuados”, se convierten en un campo de sangre con zetas, equis, haches, yes, jotas y demás grafías, magulladas, arrojadas y exterminadas generando lágrimas en los rostros de los devotos de la ortografía! ¡Oh, qué masacre es la causada por los que les llegó altamente aprender “un poco más”! ¡Solo un poco más! En fin. Aún sé descifrar criptogramas y en algo me gustó el sánscrito. Eso no quiere decir que no nos esforcemos por mejorar capacidades que son parte de nuestra imagen personal: escribir, leer y comprender. Tampoco quiero condenar a los que no dominan la ortografía, solamente pienso que es importante conocer las herramientas que nos abrirán caminos de comunicación y así, tal vez, evitemos observar más textos asesinados. martes, 25 de enero de 2011
Asesinato en el texto
Desde que estudié Educación en la especialidad de Lengua, Literatura y Comunicación, mis amigos comenzaron a mirarme como un extraterrestre. Me percataba que mis textos empezaban a tener calidad y ellos me lo hacían notar diciendo “tienes buena ortografía” o simplemente “escribes bonito” (¡vaya juicio!). Nunca acepté que escribía bien, simplemente lo hacía (y lo sigo haciendo) porque me agradaba, pero ellos me veían como el adalid de los textos correctos. A mi parecer, tenían esa concepción porque cuando veía sus escritos, siempre me advertían “perdón por la ortografía”, como si yo fuera el padre de ella o incluso su marido. En todo momento les decía que no estaba corrigiendo a mis alumnos, “solamente estoy leyendo la carta que me has escrito”. Aprendí desde entonces a nunca criticar los textos de nadie (en lo que ortografía y estilo se refiere), ya que, todos somos humanos y herramos, perdón “erramos” en algún momento. Sin embargo, actualmente, no puedo evitar agrandar los ojos en un diámetro de antena parabólica al ver ciertos manifiestos que son verdaderamente un calambre a la retina y un cuchillazo a la concepción textual. ¡Oh, San Saussure! Es que existen personas inmisericordes que tratan a las palabras como a un empleado que quiso trabajar en sus mentes, pero que fue expulsado “por no serles útil”. ¡Oh, las pobres son trastocadas, mutiladas, despedidas sin considerar sus identidades! Cada grafema es alterado convirtiéndolas en androides que salen a batallar llevando un mensaje que difícilmente es connotado. ¡Oh, San Nebrija! ¡Oh, San Andrés Bello! Y si eso es en los textos escritos, ¡imaginemos en las redes sociales! ¡Tápate los ojos, Noam Chomsky (bueno, no creo que entiendas demasiado)! Sé que muchos no disponen de tiempo para estar en internet y que los mensajes que se envían por las redes son espontáneos y cortos, pero a ti, estimado usuario, te digo: ¡¿No puedes revisar tu texto antes de poner “enviar”?! ¡Qué te cuesta unos segunditos para corregir tus cinco palabritas y no generar en el receptor un cataclismo sináptico para entender tu bendito mensaje! ¡Acaso te duele el dedo cada vez que tipeas y por eso escribes como arrebatado! ¡Oh, Señor de las palabras benditas, pareciera que al redactar en la computadora, esas gentes clavan cuchilladas con sus dedos al pobre teclado, que hidalgamente soporta los flagelos y azotes de estos asesinos de los vocablos! ¡Oh, pobres textos, que al ser creados por estos “seres atextuados”, se convierten en un campo de sangre con zetas, equis, haches, yes, jotas y demás grafías, magulladas, arrojadas y exterminadas generando lágrimas en los rostros de los devotos de la ortografía! ¡Oh, qué masacre es la causada por los que les llegó altamente aprender “un poco más”! ¡Solo un poco más! En fin. Aún sé descifrar criptogramas y en algo me gustó el sánscrito. Eso no quiere decir que no nos esforcemos por mejorar capacidades que son parte de nuestra imagen personal: escribir, leer y comprender. Tampoco quiero condenar a los que no dominan la ortografía, solamente pienso que es importante conocer las herramientas que nos abrirán caminos de comunicación y así, tal vez, evitemos observar más textos asesinados.
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miércoles, 19 de enero de 2011
Un nuevo año, Lima
Cuatrocientos setenta y seis años no se cumplen así no más, Lima. ¿Recuerdas aún cuando te fundaron? Vinieron unos extranjeros y así te bautizaron. Excelsa, noble, ilustre eres desde que naciste. Conforme fuiste creciendo, los pobladores te tomaron más cariño y denotaron tu alturada apariencia, si hasta “Ciudad de los Reyes” te nombraron. Han pasado tantos años, Lima, y ahora ¿cómo te sientes en esta etapa? Sé que te duele saber que muchos de los que estuvieron contigo como chambelanes no te trataron como la señora que eres. No cuidaron de tu hermoso cuerpo y te dejaron en la precariedad. Te abandonaron, te ensuciaron, te sentiste ultrajada añorando el pasado que fue mejor. Ahora que ves el siglo XXI, ¿no te cansa que exista tanta delincuencia, tanta corrupción, tanta negligencia? ¿No estás ya con edad suficiente para alejar de ti a los que te quieren mal, a los que ensucian tus calles, a los que contaminan tus playas, a los que no respetan las normas de tránsito, a los que hacen huelgas destrozándote, a las pandillas pintando tus muros, a las prostitutas denigrando tu imagen, a los que te quieren gobernar sin siquiera conocerte? Sé que te duele y vuelve a tu mente la denominación que te hicieron hace un tiempo atrás: “Lima, la horrible”. Ánimo, señora, no desfallezca. Aún existen vecinos que te quieren ver sonreír, alegre, animosa, ¡linda! Aún están los que riegan tus parques, los que decoran tus calles, los que utilizan los tachos de basura y los que te proclaman al mundo para poder caminarte. Entonces, ponte tu vestido nuevo para celebrar como se debe. Eres la reina de la fiesta, no debes estar triste, ¡alégrate! y no vuelvas la mirada atrás. Ahora solo piensa que el futuro será mejor y ahí estaré yo para ayudarte. ¡Feliz 18 de enero, señora!
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sábado, 15 de enero de 2011
Estruendo bajo el puente
Hoy, por querer ahorrar unas monedas, decidí volver del trabajo (Centro de Lima) a mi casa (Surco) con una couster que transita por la avenida Grau. ¡Maldita la hora en que decidí eso! ¡Qué tortura decibélica fue el pasar por esa vía expresa! Fue un largo y bullicioso pasacalle de autos multicolores en comparsa bajo el sol infernal de mi querida y a veces repudiada Lima. Pero lo que me dejó más que aturdido (a pesar de que he viajado con cierta frecuencia por allí) fueron las variedades de bocinas que uno puede escuchar. Desde las que emiten la melodía de la cucaracha hasta las que emulan un silbido de varón cuando pasa alguna chica que está más buena que comer pollo a la brasa con la mano. Lo peor es que estos ruidos son más estentóreos cuando se efectúan debajo de los puentes (de los muchos que hay en esa avenida). ¿Es que acaso el educado conductor no sabe que debajo de estos el sonido se incrementa produciendo un eco espantoso? ¿Él cree, en su sano juicio, que los bocinazos atraerán, como el fango a los cerdos, a las personas de los paraderos? Si yo que me encontraba dentro del vehículo oía fuertemente el claxon, no me imagino lo que percibieron los que estaban debajo del puente. Y es que realmente es desesperante cómo los choferes, sin ningún remordimiento, tocan como desaforados las bocinas al llegar a los paraderos. ¡Y nadie puede decirles nada porque es difícil, casi imposible, comunicarse con uno de ellos! ¿Acaso nunca un funcionario del Ministerio del Ambiente ha pasado por allí y ha oído la estridencia de los autos? ¡Esto es una clara muestra de contaminación auditiva! Entonces, ¿por qué no existen cartelitos de “¡cállate, que me revientas el oído cuando tocas tu bocinita debajo del puente!”? O simplemente: “Silencio, por favor”. No sé cuándo se pronunciará el Ministerio del Ambiente, de repente será días antes de que se produzcan las elecciones de abril para ganar algunos votitos a favor del partido que lleva las riendas (cual caballo) del país. Sólo espero una disposición legislativa, ya sea del sector educación (para que no se forjen en las aulas más conductores escandalosos y sepan de educación vial) o del sector salud (y tengan consideración de los que queremos vivir con los oídos sanos hasta la senectud). Sólo anhelo eso, ¡y que llegue en algún día de mi vida!, pero por lo pronto, deseo que al subir nuevamente a la couster que me llevará a mi destino, exista un asiento vacío para tranquilamente esperar sentado.
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viernes, 14 de enero de 2011
El misterio de la casa roja y El poltergeist
Debido a la recomendación de una compañera de trabajo fue que me empeciné en adquirir libros de la autora británica Ágatha
Christie. Compré entonces, en uno de los stands de la Feria de Libros de Amazonas, exactamente en una de esas precarias mesitas que están al margen derecho de la feria, un muy bien cuidado volumen donde se hallaban tres obras de la maestra del crimen y misterio. Fue que al leer Matrimonio de sabuesos conocí a Tuppence y Tommy, los Brillantes detectives de Blunt, personajes entrañables de los inicios del siglo XX. Fueron los cuentos La hija del clérigo y El misterio
de la casa roja (este segundo es la continuación del anterior mencionado), los que captaron en gran medida mi atención. Los detectives debían resolver un extraño caso en el cual la hija de un clérigo, Mónica Dean, observaba sucesos extraños en su mansión. Al conocer de ello, Tuppence acusó que podría tratarse de un fenómeno llamado poltergeist. Fue entonces que, impetuosamente, detuve mi lectura, ya que, este vocablo, el cual hasta entonces desconocía, provocó en mí un sentimiento inquisitivo.
El poltergeist, que proviene del alemán poltern (hacer ruido) y geist (espíritu), está inmiscuido en el ámbito de la parapsicología, y es, aparentemente, un fenómeno que consiste en ruidos o movimientos de todo tipo de cosas, generalmente asignados a espíritus, seres malignos u otras causas sobrenaturales. Algunos científicos mencionan que este poltergeist es un simple fraude, ya que, es la declaración sobrenatural de anomalías que se pueden explicar por medio de principios físicos como son los campos electromagnéticos, el ultra e infrasonido, la electricidad estática y el aire ionizado.
Los estudiosos de esta actividad afirman que el poltergeist estila darse alrededor de una persona designada como "agente" o "foco", usualmente adolescentes. Diversos estudios hicieron que los parapsicólogos formularan la hipótesis que menciona que el efecto poltergeist es la manifestación exterior de un trauma psicológico. Asimismo, se ocasiona por medio de otras personas, para demostrar así un sentimiento generalmente siniestro.
Una postura, que seguramente dilucidará fenómenos que tal vez ustedes hayan presenciado u oído, esboza que los poltergeists se producen cuando una persona fallece bajo un sentimiento de furia. Basado en esto, nace la suposición que los poltergeists y los espectros son netas impresiones o rastros del alma. Cuando se genera una emoción o sentimiento intenso, se conjetura que una impresión de esta conmoción queda grabada en el lugar, lo que generalmente se conoce como impregnación.
Al saber un poco más acerca de los conocimientos que Tuppence poseía sobre este fenómeno (no obstante, como manifiesta una aclaración en el cuento, la detective “tampoco entendía gran cosa acerca de esa clase de cuestiones”), decidí continuar con el texto hasta llegar al desenlace. Muy
aparte de la lectura y de lo que ocurrió al final, el cual no revelaré para dejar en ustedes la intriga bienaventurada que generará, espero, la indagación acerca del relato, me quedo con la satisfacción de haber descubierto a Ágatha Christie quien en su tiempo fue muy apreciada por la genialidad de sus obras y que ahora se ha convertido en una de mis preferidas de la literatura policíaca y de misterio. Aparte, también debo agradecer a mi compañera de trabajo quien con su aporte cultural provocó que siguiera profundizando en el amplio mundo de la literatura para conocer así a otros autores universales. Y agradezco, finalmente, a ese neurotransmisor que sentenció la sinapsis al indagar acerca del fenómeno comentado, por el cual lanzo la pregunta: ¿tendrá mucha o poca cabida dentro del cuento? Tal vez, si desean, puedan encontrar la respuesta en alguna página de internet de las miles que existen o quizá en una precaria mesita de aquel lugar inmortal como lo es la Feria de libros de Amazonas.
Christie. Compré entonces, en uno de los stands de la Feria de Libros de Amazonas, exactamente en una de esas precarias mesitas que están al margen derecho de la feria, un muy bien cuidado volumen donde se hallaban tres obras de la maestra del crimen y misterio. Fue que al leer Matrimonio de sabuesos conocí a Tuppence y Tommy, los Brillantes detectives de Blunt, personajes entrañables de los inicios del siglo XX. Fueron los cuentos La hija del clérigo y El misterio
de la casa roja (este segundo es la continuación del anterior mencionado), los que captaron en gran medida mi atención. Los detectives debían resolver un extraño caso en el cual la hija de un clérigo, Mónica Dean, observaba sucesos extraños en su mansión. Al conocer de ello, Tuppence acusó que podría tratarse de un fenómeno llamado poltergeist. Fue entonces que, impetuosamente, detuve mi lectura, ya que, este vocablo, el cual hasta entonces desconocía, provocó en mí un sentimiento inquisitivo.
El poltergeist, que proviene del alemán poltern (hacer ruido) y geist (espíritu), está inmiscuido en el ámbito de la parapsicología, y es, aparentemente, un fenómeno que consiste en ruidos o movimientos de todo tipo de cosas, generalmente asignados a espíritus, seres malignos u otras causas sobrenaturales. Algunos científicos mencionan que este poltergeist es un simple fraude, ya que, es la declaración sobrenatural de anomalías que se pueden explicar por medio de principios físicos como son los campos electromagnéticos, el ultra e infrasonido, la electricidad estática y el aire ionizado.
Los estudiosos de esta actividad afirman que el poltergeist estila darse alrededor de una persona designada como "agente" o "foco", usualmente adolescentes. Diversos estudios hicieron que los parapsicólogos formularan la hipótesis que menciona que el efecto poltergeist es la manifestación exterior de un trauma psicológico. Asimismo, se ocasiona por medio de otras personas, para demostrar así un sentimiento generalmente siniestro.
Una postura, que seguramente dilucidará fenómenos que tal vez ustedes hayan presenciado u oído, esboza que los poltergeists se producen cuando una persona fallece bajo un sentimiento de furia. Basado en esto, nace la suposición que los poltergeists y los espectros son netas impresiones o rastros del alma. Cuando se genera una emoción o sentimiento intenso, se conjetura que una impresión de esta conmoción queda grabada en el lugar, lo que generalmente se conoce como impregnación.
Al saber un poco más acerca de los conocimientos que Tuppence poseía sobre este fenómeno (no obstante, como manifiesta una aclaración en el cuento, la detective “tampoco entendía gran cosa acerca de esa clase de cuestiones”), decidí continuar con el texto hasta llegar al desenlace. Muy
aparte de la lectura y de lo que ocurrió al final, el cual no revelaré para dejar en ustedes la intriga bienaventurada que generará, espero, la indagación acerca del relato, me quedo con la satisfacción de haber descubierto a Ágatha Christie quien en su tiempo fue muy apreciada por la genialidad de sus obras y que ahora se ha convertido en una de mis preferidas de la literatura policíaca y de misterio. Aparte, también debo agradecer a mi compañera de trabajo quien con su aporte cultural provocó que siguiera profundizando en el amplio mundo de la literatura para conocer así a otros autores universales. Y agradezco, finalmente, a ese neurotransmisor que sentenció la sinapsis al indagar acerca del fenómeno comentado, por el cual lanzo la pregunta: ¿tendrá mucha o poca cabida dentro del cuento? Tal vez, si desean, puedan encontrar la respuesta en alguna página de internet de las miles que existen o quizá en una precaria mesita de aquel lugar inmortal como lo es la Feria de libros de Amazonas.
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jueves, 13 de enero de 2011
La primera vez siempre duele
Ayer comentaba por internet a mi enamorada que me encontraba ad portas de iniciar la escritura de un blog y que estaba pensando en todos los detalles del mismo: el título, los temas, los colores, las fuentes, etc. Le mencioné que tenía un grave problema: “No sé qué escribir en el primer post”. He allí que recordamos la libidinosa y pícara frase: “La primera vez siempre duele”. Y creo que es cierto. Muchos eventos duelen en la vida y en la sociedad. Duele cuando se observa a un padre, que ha perdido el empleo, preocupado porque no sabe qué comerán sus hijos. Existe dolor cuando una madre trae al mundo a su primogénito por medio de constantes dilataciones y lágrimas sin consuelo. El dolor se presenta cuando el hijo comete su primera travesura y es regañado por quienes lo trajeron al mundo. Duele cuando, al crecer, nos enamoramos de la que pensamos es la pareja que el destino nos colocó en la Tierra y al proponerle unión oímos ese adverbio a veces despreciado por el corazón: “no”. ¿Acaso no ha dolido cuando emprendemos una nueva aventura que decida nuestro futuro como cuando buscamos nuestro primer empleo y somos rechazados porque “no cumples con el perfil”? Y otra variante del dolor se presenta cuando maduros en el pensamiento observamos diariamente en la sociedad la injustica hacia nosotros o hacia un tercero producida por la negligencia de unos que se creen dueños del universo, de esos que al haber obstruido la educación del pueblo obtienen, a costa de engaños, beneficios que después quieren altruistamente impartir a todos, sabiendo, claro, que nunca lo harán. Duele, sí, y mucho, cuando vemos la primera partida de un familiar hacia ese mundo desconocido que al que lo llamamos “cielo” tratando así de hacer menos doloroso ese dolor. Es que parece, hermanos, que al nacer, también venimos con el dolor bajo el brazo.
Pero si analizamos y reflexionamos dicha palabra, debemos comprender que es primordial que sea derivada hacia el bien. Debemos saber que si existe el dolor en un evento es para generar un cambio beneficioso, una redención. El padre no se detendrá en el vacío y obtendrá un nuevo empleo. La madre cambiará ese llanto por una sonrisa al tener a su niño en brazos. El hijo comprenderá que el regaño es una lección de amor de sus progenitores. El enamorado comprenderá que el amor llega cuando uno menos lo espera, ¡y así siempre será! Quien busca un trabajo y es rechazado no debe pensar que “no cumplo con el perfil de ese empleo”, sino “el empleo no cumple con mi perfil”. El ciudadano sabrá que a pesar de la injusticia evidente en la sociedad y que, destroza sin remordimientos nuestras entrañas, siempre existe una gota de humanidad en cada llanto producido por cada uno de los que aún somos humanos y, este humano, sabrá comprender hidalga y filosóficamente que la muerte no es el término de la vida, sino complemento de esta. Entonces, podemos decir que, si traemos el dolor bajo el brazo, también llevamos amor, y en abundancia, en un espacio más lejano y etéreo de lo que el cuerpo puede sentir.
Si he generado estas grafías por una simple frase, pues, quiera Dios que pueda concebir más textos que sean de tu interés, estimado lector. Si esta primera vez ha dolido para crear un escrito, pues asumo que los posteriores serán menos tormentosos y más placenteros. Y si en el sexo existe dolor en el primer encuentro, pues seamos prudentes y hagámoslo con amor para obtener un fruto de esta conspiración de la carne, y ese fruto será, finalmente, así como lo espero de mi blog, una bendición.
Pero si analizamos y reflexionamos dicha palabra, debemos comprender que es primordial que sea derivada hacia el bien. Debemos saber que si existe el dolor en un evento es para generar un cambio beneficioso, una redención. El padre no se detendrá en el vacío y obtendrá un nuevo empleo. La madre cambiará ese llanto por una sonrisa al tener a su niño en brazos. El hijo comprenderá que el regaño es una lección de amor de sus progenitores. El enamorado comprenderá que el amor llega cuando uno menos lo espera, ¡y así siempre será! Quien busca un trabajo y es rechazado no debe pensar que “no cumplo con el perfil de ese empleo”, sino “el empleo no cumple con mi perfil”. El ciudadano sabrá que a pesar de la injusticia evidente en la sociedad y que, destroza sin remordimientos nuestras entrañas, siempre existe una gota de humanidad en cada llanto producido por cada uno de los que aún somos humanos y, este humano, sabrá comprender hidalga y filosóficamente que la muerte no es el término de la vida, sino complemento de esta. Entonces, podemos decir que, si traemos el dolor bajo el brazo, también llevamos amor, y en abundancia, en un espacio más lejano y etéreo de lo que el cuerpo puede sentir.
Si he generado estas grafías por una simple frase, pues, quiera Dios que pueda concebir más textos que sean de tu interés, estimado lector. Si esta primera vez ha dolido para crear un escrito, pues asumo que los posteriores serán menos tormentosos y más placenteros. Y si en el sexo existe dolor en el primer encuentro, pues seamos prudentes y hagámoslo con amor para obtener un fruto de esta conspiración de la carne, y ese fruto será, finalmente, así como lo espero de mi blog, una bendición.
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