No lo aprovecharía porque salgo
muy temprano a trabajar (como muchos) y solamente vería algunos cinco minutos
de titulares de noticias (los cuales se resumen en: muerte, violación,
accidente y corrupción).
No lo utilizaría porque después
de mis largas horas de trabajo (así como el horario de muchos) me dirijo a
estudiar (y no soy el único) hasta muy tarde y se extingue así mi encantador día.
No lo usaría porque al encenderlo
y ver la programación nacional, lo apagaría de inmediato: no me resulta
productivo ver magacines de farándula ni telenovelas ni programas donde se inventen
relaciones amorosas o donde no se muestren temas educativos.
Tal vez lo utilizaría para ver
algún partido de fútbol internacional (pues me encanta ese deporte) o un evento
importante (como cuando Vargas Llosa ganó el Nobel) o un sketch cómico bien
pensado y poco vulgar (aunque suelen ser escasos); en otros términos, creo que
vería muy poco, ¡y solo los fines de semana! Incluso, solamente lo usaría para
conectar algún reproductor de videos y apreciar una buena película.
En conclusión, a pesar de ser
abrumado por las ofertas tecnológicas, como las de los televisores, no me
compraría uno pues no tendría tiempo para usarlo y, además, no habría un
contenido trascendente que visualizar.
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