El domingo 20 observé al mediodía la repetición del partido Brasil versus Paraguay, correspondiente al Torneo Sudamericano Sub 17 2011, y me di con la sorpresa de un elemento que tal vez no es muy tenido en cuenta en el fútbol. Escuchaba la comunicación de los brasileros en su natural portugués, pero lo que llamó mi atención fue que, al oír las indicaciones del técnico paraguayo hacia sus jugadores, y la de estos entre ellos mismos, denoté que lo realizaban en un idioma extraño (pensé que lo harían en español). Posteriormente, el comentarista de CMD explicó que los ‘paraguas’ se comunicaban durante el encuentro en su lengua materna: el guaraní. Analicé entonces los beneficios que se puede obtener cuando se posee un código distinto al de un rival. Los paraguayos indicaban sus tácticas de juego sin que otros las supieran. Las jugadas, las mañas, inclusive los insultos, solo eran entendidos por ellos fortaleciendo así la unidad de su equipo; y al parecer, esta singularidad respecto a la lengua y también por las cualidades futbolísticas de los de Asunción, ayudaron para que al final del juego obtuvieran un importante y heroico triunfo (ganaron 2 a 1, voltearon el partido). Claro, ¿y por qué Brasil no obtuvo la victoria aprovechando su portugués? Entre otras razones y objeciones, creo que ese idioma lo escuchamos en las miles de ocasiones en que juega el equipo carioca y por ello sus frases futbolísticas son ya conocidas. A todo esto, pensé en lo importante que sería para los peruanos aprender ciertas expresiones en quechua para efectuar jugadas, avisar al compañero de ciertas proyecciones en el campo, etcétera. Solamente, uno de los pocos equipos que podría contrarrestar esta estrategia con el idioma sería Bolivia.
Si trasladamos esta ‘nueva’ arma hacia otros campos, como en el empresarial, se podría utilizar la lengua para afianzar el cariz peruano atrayendo a los clientes quienes en estos últimos tiempos optan por peruanizar su ser. En el ámbito de la Salud, acortaríamos las brechas para que los quechua hablantes no tengan temor en acercarse a una posta médica (vi tal caso en Huancavelica). En las instituciones educativas no existiría discriminación porque todos nos sentiríamos hermanos por un idioma materno. En fin, en todo lugar se inyectaría peruanidad, esa que tanto falta, para crecer con los pies firmes en el Perú. Qué vital es que la Educación tome en serio implantar como estudio ‘obligatorio’ (cruda palabra) la lengua quechua. Qué importante sería presentar al Perú como un país bilingüe por naturaleza. Qué buena vitrina seríamos para el mundo si crecemos frente a ellos abrazando nuestra propia cultura. Es cierto, actualmente, ¿qué futbolista, qué educando, qué doctor, qué jurista, qué docente, qué Presidente quiere aprender quechua? Es una realidad difícil, pero si estamos en un nuevo inicio de “peruanizar el Perú”, pues no tomemos este posible nuevo aprendizaje como una traba, sino como el hecho de colocar esa pieza ausente del rompecabezas en nosotros mismos.