Considero a esta canción como una gran pieza
musical por la maravillosa concatenación entre la alegría y el dolor.
La letra fue escrita por Rui Pereira, cantante y
guitarrista de la banda, a los meses de que su padre falleciera. En ella, se
refleja gran pena ante tan sensible suceso; sin embargo, existe una contraparte
bastante peculiar: la música, pues aquella invita a bailar desenfrenadamente,
consiguiendo, de esta manera, una muy destacada y agridulce composición. ¡Encantadora
paradoja!
Los versos iniciales son melancólicos, pues la voz
poética anhela un tiempo futuro (tal vez en el cielo o en aquel lugar adonde
van las almas según cada credo) para encontrarse con el padre y volver a
cantarle. El yo poético distingue al progenitor como un personaje excelso al mencionar:
“Los que ya no están te vieron regresar al sol”, lo cual confiere la sensación
de que el padre retorna a un lugar majestuoso, de esplendor, de gran relevancia,
cuya estancia solamente puede ser ocupada por seres de renombrada jerarquía
(como son todos los padres).
La pérdida de un familiar es un evento
extremadamente aflictivo y, más aún, si es de uno de primer grado de consanguinidad.
El yo poético expresa su inmensa nostalgia e inmortaliza al padre a través del
tiempo y por un medio al que se recurrirá de ahora en adelante: “Entre sueños
siempre te recuerdo”; no obstante, con lamento, acepta resignado los días
venideros: “Sé que de esta ya no vas a regresar”.
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| Imagen del vídeo "Réquiem" - Tourista |
En los versos siguientes, el yo poético se halla en
la realidad, en su quehacer cotidiano, y en este continúa manifestando su
congoja: “Y yo sigo aquí queriendo verte sonreír”. Posteriormente, lanza una
conclusión de lo que significa vivir para él: “Tú sabes, viejo, el rock siempre
fue así, corriendo siempre y ser feliz: dejar tu marca antes de morir”. El
término “rock” podría interpretarse como “vida”, puesto que, para el músico, este
género es un aspecto de vital importancia en sus días. Esto permite una mejor
interpretación de dicho soliloquio, en el cual el yo poético resume que la vida
es caótica, que se vive apurado y que, pese a la presión diaria, se debe
obtener logros, éxitos y reconocimiento: conseguir todo ello ‘antes de morir’.
Finalmente, el hijo evoca a su progenitor y le expresa
una particular promesa: “Dile al sol que le voy a cantar”, con lo cual asume
que su padre ya se encuentra en un lugar mejor, al que, en un futuro, también
irá para coexistir en armonía, en unión, en paz: como debe vivir toda familia.
“Pensamientos de un hijo ante la pérdida de su padre,
cuya música remite a una danza festiva”: así es como interpreto “Réquiem” de la
banda peruana Tourista; “un funeral para enaltecer con alegría al difunto”, “una
composición agridulce verdaderamente inolvidable”.
